Axolotl Texcoco
Diseño iconográfico Texcoco
Hace tiempo que mi fijación por México comenzó, de mano de una novela de Hugh Thomas que cayó en mis manos en una feria del libro. Para empezar, yo no tenía mucha idea sobre ese país, tópicos aparte y alguna referencia de mayas y aztecas (tan de moda con pseudoprofecías que rellenan minutos y minutos de tele generalista).
Bueno en concreto, un aspecto muy interesante en el que baso el post de hoy es la laguna de Texcoco, que un día albergó la capital del Imperio Azteca, Tenochtitlan (hoy reconvertida en la imponente Ciudad de México). Lo interesante de este lugar, es que alrededor del año 1500, cuando los españoles llegan a esas tierras, el lago de Texcoco triplicaba su tamaño actual, y Tenochtitlan era literalmente una ciudad flotante en mitad de la laguna, que sorprendió a los europeos. Tanto en población como en majestuosidad fue comparada con Venecia, pues sus calles eran canales y las calzadas que hasta ella llegaban estaban salvaguardadas por puentes levadizos y viaductos, con lo que tenía un sistema defensivo envidiable y además era ordenada y limpia.
¿Qué queda hoy de aquella ciudad flotante? Básicamente yacimientos arqueológicos bajo los edificios de México. Conquista terminada, el dominio español de aquellas tierras se obsesionó con desecar el lago, sustituir sus canales por rellenos de tierra y edificios barrocos sobre los templos aztecas. Pese a esas presiones, el imponente lago aún sobrevive hoy, si bien su tamaño se ha reducido (fue tan grande que pudo llegar hasta nuestros días a pesar de albergar a una de las urbes más grandes del planeta en su cuenca). Quizá un símbolo de este maltrecho acuífero sea un curioso animal que habita en estas aguas, el ajolote (axolotl en náhuatl) y que es el anfibio más parecido a un extraterrestre de todo el planeta. Si bien sus branquias externas ya le dan un aspecto más que extraño, su eterno estado infantil (es un anfibio en fase larvaria que rara vez metamorfosea a fase adulta) le hacen uno de los seres más peculiares del reino animal. Es habitual que en cautividad se vuelva albino (con ese color rosado, más marciano si cabe) aunque en libertad es más bien verdoso-pardo.
El ajolote es un animal en grave peligro de extinguirse, si bien es un ser único en el planeta; con cierto protagonismo en la cultura mexicana, las presiones que la Ciudad de México ejercen sobre su único hábitat natural, el lago de Texcoco lo llevan a un gran riesgo por sobrevivir. Un ejemplo es la reciente construcción de un gran aeropuerto, que de nuevo, drena más superficie en aquella cuenca.
Mi pequeño homenaje a este lago y sobre todo al ajolote (axolotl) es este diseño en ilustración vectorial de una tarde de domingo, aunque espero que sea por mucho tiempo que los ajolotes puedan verse en el lago Texcoco, y no solo en ilustraciones.