Las ceras gordas
Material para la ilustración
A veces, las técnicas que teníamos olvidadas, las de la infancia, no dejan de sorprendernos. Era habitual cuando era un párvulo pintar con las llamadas ceras gordas; aquellas cajas de colores a la cera de Manley. Con los años, dominada ya la técnica de pintar sin salirse del círculo, como todos los niños, pasé a los lapiceros de colores alpino y de ahí al rotulador, carboncillo, photoshop… Nunca consideré a esas menospreciadas ceras más que una técnica de menosres de 4 años.
Fue un día, en mitad de mi Erasmus (ufff, los años pasan) cuando en una clase de dibujo al natural en la Accademia di Belle Arti de Florencia, que las ceras Manley volvieron a mis manos, sobre papel de estraza y con una veintena de años más de experiencia ilustrando. Mi primer impacto, las aguadas con aceite de linaza y aguarrás. Vuelta de tuerca a las ceras que jamás habría imaginado. Aquella clase desencadenó unas cuantas tardes dibujando edificios en las calles de Florencia con mi caja de ceras.
Quizá no sean una técnica con mucho renombre ni estilo como los óleos en barra, pero como ilustrador nunca salen de mi mente. Si bien trabajo más en digital, cuando toca mancharse las manos es de mis técnicas preferidas. Cartón o papel agreste su mejor complemento, ilustraciones que remiten a esa infancia de ceras gordas y rayones sobre un papel… Recuerdos agradables y colores en caja de 75.