El oso y las castañas
El que a buen castaño se arrima
Cuenta la historia que aquí se ilustra, que un oso grande merodeaba hambriento por los montes otoñales. Ansioso por llevarse algo a la boca antes de la hibernación, encontró un castaño. En una de sus ramas colgaban hermosas tres castañas en su erizo.
El oso dudó, pues las ricas castañas sabrosas y grandes eran, pero a los pincho por grande que fuera, les temía el animal. Olfateó con cuidado, esperanzado de llenar el estómago en el momento dado, pero las afiladas espinas le hicieron meditar. Se sentó la bestia en la hojarasca, dudando si arriesgar. El invierno está cerca, y semejante oso no puede por miedoso, irse a dormir sin cenar. Largos y fríos meses acechan, pensaba el plantígrado a los pies del castañal, y dudando con miles de ideas en su cabeza… Un zarpazo lanzó sin pensar. Partió la rama, cayeron los erizos y las castañas rodaron, hasta su paladar. Y así el gran oso con barriga llena dejó aquel castaño, mientras se iba decía meditando, que el que no arriesga no come, pero el que arriesga y come, buenas zarpas fuertes se debe gastar.
Y de aqueste texto, esta ilustración del oso y las castañas, que tan ricas están tostadas en los magostos, y no dudéis en probar.