Las hogazas de la Vieya'l Monte
Pan, castañas, nueces y fruta
Llega otra Navidad y en León vuelve a ser habitual ver a la Vieya’l Monte (o Vieja del Monte en castellano) decorando escaparates. Y es que esta buena mujer de la tradición ancestral del norte de León ha sido rescatada en los últimos años y superpuesta a la función de Papá Noel (de arraigo ya en toda España desde los años ochenta).
En realidad, este personaje entrañable en origen poco tiene que ver con la Navidad. La Vieya’l Monte si regala a los niños, pero no juguetes, si no hogazas de pan que ella misma hornea en su cueva del bosque. A veces acompaña de castañas y frutos secos, a veces un poco de chorizo o carnes secas… Pero lo cierto es que lo regala todo el año.
El origen del mito es la economía agraria, en la que a menudo los adultos de la casa se iban al campo toda la jornada a labrar la tierra, pastoreo, hacer leña etc. Llevaban consigo la comida para el día; y así, al regresar de tarde a casa con las sobras de la comida, se las ofrecían a los niños contándoles el cuento de que había sido la vieja que vivía en el monte, a la cual los niños nunca veían pero los adultos si, la que les daba aquellos mendrugos de pan.
El origen es sencillo, no por ello menos interesante ni falto de magia. Pero como casi todos los mitos ancestrales tras la revolución industrial, se perdieron en paralelo al éxodo rural y a la concentración obrera alrededor de fábricas y ciudades. Las formas de vida duras del monte dejaron paulatinamente de existir y con ella tantas joyas ancestrales de toda la península.
Mal que nos pese, al menos las gentes de León han sabido reubicar este personaje, cambiando su significado y origen, pero quizá como forma desesperada de no desaparecer, la Vieya’l Monte ha dejado de dar hogazas de pan, nueces o castañas a los padres para llevarlos a los niños, para entrar cada 25 de diciembre en las casas ellas misma y llevar paquetes envueltos en papel celofán. Esperamos al menos, que junto a los regalos, la Vieya aún nos deje de vez en cuando una hogaza, para recordar que los mitos evolucionan con el tiempo para no desaparecer, y que en estos tiempos de consumo por encima de todo, basta con retroceder dos generaciones para ver que todos tenemos un origen humilde que no deberíamos olvidar.