Ramiro II, rey de León
El reino se me queda pequeño
Ramiro II, el cuarto o quinto Rey de León (según si se considera a García I Rey de Asturias o de León) apodado el Grande por sus amigo, el Diablo por los no tan amigos, fue un gobernante belicista.
Enzarzado en batallas de sur a norte y de este a oeste, este monarca amplió las fronteras de León desde la frontera del Duero (Zamora) hasta el Tormes. El muchacho tenía sus diferencias con Abderramán III, y con el lió una muy gorda en la Batalla de Simancas, arrastrando a navarros y aragoneses a luchar de su lado. Tanta batalla y tanto muerto quizá fueran la causa del poco turismo que había en la península por el siglo X… Daños colaterales con tal de seguir bajando frontera hasta casi llegar al río Tajo.
Pero no seamos tan malos con el pobre y sanguinario Ramiro II, nos dejó la capital del reino (de aquel entonces, León) hecha una patena, amplió la corte, las labores administrativas y mandó construir iglesias y monasterios (de esos que ahora nos estorban en el casco histórico porque limitan la construcción de apartamentos). Y claro, tanto centralismo en León, las periferias reclaman lo suyo: Apareció un pequeño brote independentista de Castilla al mando del conde Fernán González, lo normal en aquellos años, luchas y peleas fratricidas, un clásico ibérico.
Guerra aquí y guerra allá Ramiro II nos dejó en 951. Cabe destacar que la bella Cruz de Peñalba fue un regalo personal del rey al (desaparecido) Monasterio de Santiago de Peñalba.