Doña Urraca, defensora de Zamora
Personaje histórico de armas tomar
De todos los personajes históricos que tenemos en nuestra península, hay uno en particular al que tengo especial cariño. Los motivos son varios, desde que en lo personal y como ilustrador me ha traído varias alegrías, a que fue una mujer que se negó a someterse en tiempos donde las mujeres sólo servían para dar hijos. Se trata de Doña Urraca. Hija de reyes y señora de Zamora.
A menudo su imagen es de mala, pérfida, conspiradoras etc, nada que no hicieran los hombres con los que convivió históricamente y que hoy en general son indudables personalidades (héroes nacionales en algunas etapas también). Pero Urraca era una mujer de armas tomar, es decir, personaje a resaltar sus sobras y suprimir sus virtudes.
Fue hija del rey de León Fernando I y de Doña Sancha, allá por el siglo XI, y en una península que ni era España ni Portugal, eran un conjunto de estados en disputas territoriales constantes. Taifas musulmanas en la mitad sur y reinos cristianos al norte. Fernando I de León ostentaba en reino cristiano más grande, pero en su herencia decidió dividir su territorio entre sus hijos: A Alfonso, Sancho y García, los hijos varones les deja los reinos de León, Castilla y Galicia, respectivamente. Urraca y Elvira, heredaron los ducados de Zamora y Toro, respectivamente. El lío estaba garantizado. Si bien hasta su muerte todos estos reinos eran vasallos de la corona leonesa, de ahora en adelante cada uno clamaría por su superioridad frente al resto, terminando Castilla por ganar esa batalla siglos después.
Hasta aquí nada en particular con Urraca, si bien las crónicas de su época de ella no es que muy bien hablen; y es que si su papel asignado había sido el ostracismo, esta no iba a ser una mujer pariendo hijos para el poder como otras. Se mantuvo virgen toda su vida (en el medievo les gustaban las cosas extremas) y gracias a eso, no tuvo nunca un marido que la hiciera callar. Tomó partido en las guerras entre sus hermanos, del lado de su hermano Alfonso (rey de León, en cierta medida heredero del reino de su padre) y para garantizarle el trono, mandó encerrar a su hermano pequeño García, y ayudó a la caída de su hermano Sancho en Zamora (nada peor que no hubiera hecho el heróico Cid campedor, por ejemplo).
Y es que esta moza vivió en sus carnes el cerco de Zamora, donde las tropas castellanas mantuvieron la villa a prueba siete meses, hasta que Bellido Dolfos diera muerte a Sancho I de Castilla. Así la balanza se inclinó a favor de Alfonso VI y la villa de Zamora permaneció fiel al reino leonés. Una buena estratega, diría yo.
Además León le debe a Doña Urraca, los frecos románico más célebres del medievo, las bóvedas decoradas del panteón real de la Colegiata de San Isidoro. Dejó también su famoso cáliz, pequeña pieza de orfebrería que mandó hacer con sus propias joyas (y que hoy quizás, se nos ha ido un poco de las manos en cuestión de márquetin, pero eso es otro tema).
A cambio nosotros, en la era contemporánea le hemos engalanado su figura mitos de traición, imagen de manipuladora y hoy en día hasta su nombre suena a algo feo.
¿Será el siglo XXI, tiempo de revisión el que desempañe a Urraca y a tantas otras mujeres tragadas por la historia? Fué un personaje histórico de armas tomar, yo de momento ya le estoy dedicando ilustraciones.