Cuelga leonesa, imprescindible cuando
Ilustrando nostalgia
En León, cada vez que “nos caen encima algunos palos”, es decir, cumplimos años es habitual que alguien se acerque por detrás y te ponga la cuelga sin que te lo esperases. Este acto anual bastante sencillo, pasa a ser curioso cuando sales de León y nadie sabe de qué es esa cuelga de la que hablas. Este collar de golosinas o dulces, que al menos yo siempre he visto, en realidad tiene un origen mucho más ancestral de lo que pudiera parecer.
Es tradición de la montaña leonesa. En origen era un gran collar con manzanas atadas, alguna pasta o pan o lo que la tierra diera en el momento del cumpleaños. También a veces iba un pequeño paquete con un aguinaldo entre las manzanas. Según en qué versión, las frutas pueden ser sustituidas o acompañadas por roscas, pastas y caramelos.
Demos algo de tiempo, cambios sociales y económico y éxodo rural, y llegamos a las actuales cuelgas leonesas. Las manzanas o frutas han desaparecido de estos collares y las rosquillas están extinguiéndose también, en su lugar, la tradición ha optado por chucherías de todo tipo, chocolates, aperitivos salados, gominolas… Todo producto con envoltorio propio viene muy bien para ser atado a la cuelga. Hasta en algunas ocasiones se incluyen pequeños regalos.
¿De qué tipo ha sido la cuelga de tu último cumpleaños? ¿Chocolates? ¿Dulces? ¿O modernidades varias? Todo sirve para mantener viva una dulce tradición de León.