Sancho I, el gordo
Pequeños tesoros del Reino de León
Sancho I, quien fuera rey de León, puede considerarse un mito desconocido de nuestro pasado. Fue rey en dos ocasiones y murió con apenas 31 años, pero sin duda su hazaña más notable para pasar a la historia seguramente fue su operación bikini a lo medieval.
Tras la muerte de su padre Ramiro II, hereda el trono del reino de León su hermano Ordoño III; con la conveniente rabieta de Sancho, al que la nobleza leonesa también apoyó. Primer fracaso, pues el enfrentamiento con Ordoño no llegó a buen puerto, y sólo a la muerte de éste en 956 Sancho al fin consigue su corona. Poco tiempo dura la alegría en casa del pobre, y así le sucedió a nuestro pobre Sancho (¿Panza?) ya que con motivo de su gordura el trono le es retirado sólo dos años después por los nobles leoneses (la dictadura del bikini, suponemos). Lo llamaban el Craso, el gordo.
Ordoño IV le sustituye, con miedo a engordar, suponemos.
Sancho podría ser gordo, pero por cada kilo de más tenía perseverancia para aburrir. ¿Qué estaba gordo para ser rey de León? Personal training, que para algo era él de alta cuna: Ayudado por su abuela Toda de Pamplona, se cruza la frontera del Duero y se va al Califato de Córdoba a ser tratado por Hasday ibn Saprut, elitista médico de la corte de Abderramán III. (Que un rey cristiano se vaya de terapia a un reino musulmán, con el que presumiblemente está en guerra perpetua para expulsarlo de la península y recuperar su trono para hacerle la guerra después, mejor lo dejamos para otro post).
Pues bien, cuenta la leyenda que Hasday ibn Saprut recetó a Sancho I El Gordo alimentarse exclusivamente de infusiones durante cuarenta días. Según lo explícito de la leyenda, algunas fuentes morbosas dicen que le cosieron la boca para cumplir con la terapia.
Esbelto, delgado y bello, suponemos (ah y con un ejército navarro-musulmán sin importancia) Sancho I aparece en la villa de Zamora, la conquista y su hermano Ordoño IV huye a Asturias.
Sancho volvía a ser Rey de León, ya tenía su pedazo de noroeste, de Galicia al Duero. Pero como la suya es una historia de perseverancia y fracasos, seis años después de recuperar la corona, Sancho es asesinado. ¿Acuchillado? ¿Ahorcado? ¡NO! Sencillo, envenenado, si con este era lo más rápido y limpio. Para avivar más la leyenda, envenenado con una manzana en el monasterio ourensano de Castrelo de Miño. La pena que parece ser que ningún príncipe gallego se acercó a besarlo, así que aquí se termina la historia de nuestro rey gordo.
¡Sin duda mi preferido! Nada que envidiar a Enrique VIII de Inglaterra...