Las joyas de la princesa en un cáliz
Pequeños tesoros del Reino de León
A estas alturas del cuento, seas o no de la región leonesa, ya habrás oído algo sobre el Cáliz de Doña Urraca y la historia de si la copa podría ser o no la reliquia más buscada de la historia.
Sinceramente, ni lo sé ni creo que se sepa nunca, aunque reconozco que me encanta la historia de cómo Margarita Torres ha convertido este objeto en algo tan popular. Recuerdo perfectamente la visita que en su día hice con el colegio la Basílica de San Isidoro, y recuerdo ver esa copa junto a otros objetos en una vitrina. No recuerdo mucha mención al Cáliz, he de ser sincero. En un viejo libro sobre románico leonés que mi madre tenía por casa si se le dedicaba una página a color, y eso daba cierta importancia a la pieza, el resto de las fotografías eran en triste blanco y negro. Aquel libro nunca me pareció una maravilla, pero recurrí a el alguna vez de estudiante para dibujar ejemplos de románico o para documentarme sobre la Edad Media antes de la era internet.
Será el libro, serán las visitas al Museo Isidoriano… El caso es que a mí me gustaba ese Cáliz de Doña Urraca bastante antes de que fuera catapultado a Santo Grial. Esa historia de las joyas de la princesa fundidas y desmontadas para hacer la pieza… Como mínimo curiosa.
Hoy por hoy, que a las joyas se unió una leyenda / historia sorprendente, su popularidad disparada, y claro, también ha sido criticada la historia del Grial porque si es marketing, porque si los argumentos científicos cojean y alguna otra crítica. Yo no soy experto, pero si aficionado a la historia. No me decanto ni por la veracidad ni por la no veracidad del caso. Pero puedo afirmar que disfruto viendo cómo, en una ciudad como León, de IMPORTANTE pasado histórico que sus habitantes ignoran en general, y pasan de recordar en particular, una historiadora haya puesto en boca de todos a una infanta y a su copa que engarzó con sus joyas. Y que se empiece a revalorizar ese pasado incluso como tímido intento de motor turístico (bueno, yo no lo habría hecho así, pero algo es algo).
¿Tanto nos cuesta valorar lo nuestro? ¿Tuvo que venir el mismísimo Jesucristo a beber presuntamente de nuestra copa milenaria para que ahora todos la identifiquemos y valoremos? Parece que sí. En cualquier caso, creo que el maltrecho y suprimido Reino de León tiene bastante que agradecer a las conclusiones de Margarita en un mundo en el que si las cosas no rentan desaparecen, y si no tiempo al tiempo.